La banda del Titanic como símbolo de nobleza y heroísmo es un icono a la altura de la resistencia numantina o de la legendaria fuerza hercúlea. Muchos son los artistas que se han apoderado de la leyenda de aquellos músicos que siguieron tocando hasta que las aguas se tragaron el barco. El cine, el teatro y la literatura también se han inspirado en aquel acto de valentía en medio del horror y el caos que debía reinar en cubierta. Pero, ¿quiénes eran aquellos músicos? ¿Qué repertorio interpretaron? ¿Es cierta la leyenda? Y, si es así, ¿por qué prefirieron seguir actuando en lugar de salvar el pellejo?
La música como bálsamo ante la catástrofe
Cuando se produjo la colisión con el iceberg, a las 23.40 horas del domingo 14 de abril de 1912, muchos pasajeros ni siquiera se percataron del choque, dormidos plácidamente en su camarote. La mayor parte de la tripulación se había retirado a sus aposentos después de la cena, ya que ese día no había baile y la orquesta había terminado su jornada. Pero los músicos fueron de los primeros miembros de la tripulación en actuar frente al desastre. Según se recoge en el volumen de Geoff Tibballs 'El Titanic: La extraordinaria historia del barco a prueba de naufragios' (Club Internacional del Libro, 1997), poco después de medianoche el violinista británico Wallace Hartley, de 33 años, se aposentó en la entrada delantera de primera clase con sus siete músicos para calmar a los pasajeros que empezaban a inquietarse. Cuenta la leyenda que algunos perdieron un tiempo valioso para alcanzar alguno de los botes salvavidas, ensimismados ante las canciones de la banda. Lo que sí es cierto es que muchos encontraron allí el consuelo que otros buscaban en los religiosos que había en el barco.
Valses, Strauss, Gilbert y Sullivan… y mucho 'ragtime'
A la 1.15 horas, el Titanic dio un repentino bandazo que aumentó la inclinación de la cubierta hasta hacerla casi inestable. Sin embargo, la banda seguía tocando, con una dignidad irreprochable. Sonaban 'quicksteps', marchas, valses y, en definitiva, una selección de la música popular del momento que iba de Strauss a Gilbert y Sullivan o 'ragtime', el sonido de moda, un ritmo para piano bailable y alegre que más tarde inspiraría a figuras del jazz como Fats Waller, Willie 'The Lion' Smith, Count Basie o Duke Ellington. El libro 'Titanic: El final de unas vidas doradas' (Lumen, 2012), escrito por el experto en la tragedia Hugh Brewster —su trabajo junto a Robert Ballard en 'The Discovery of The Titanic' sirvió de inspiración a James Cameron para su película—, coincide en apuntar que aquella noche sonaron temas ligeros y festivos como 'Alexander’s Ragtime Band'.
Angela, me encanta tu blog!!!
ResponderEliminarmolt xulo!!
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