lunes, 11 de enero de 2016

Otros triunfaron, ¿por qué no yo?



Hay gente que pasó por la vida sin dejar rastro, nadie se acuerda de ellos. Otras personas siguen en el recuerdo porque hicieron algo diferente, bueno o malo.

Los años de vida que tengo y la vida es un regalo, voy a cambiar mi presente para influir en mi futuro y en el tuyo.

Si pierdo el empleo y salgo de mi zona de confort tengo varias opciones:

- Me lamento y no hago nada
- Me pongo las pilas y avanzo

Aquí dejo una entrada con un documento en el que se expone los aspectos fundamentales en la búsqueda de empleo:

- La carta de presentación
- El Currículum Vitae

 https://www.dropbox.com/s/n5g7i035bxlrqvu/Angela%20pr%C3%A1ctica.pptx?dl=0


El curriculum creativo en Youtube


El decálogo para triunfar en Youtube

El Currículum clásico

La herramienta clásica y aún vigente para la búsqueda de empleo es el Curríuculum Vitae (CV)

El CV es un documento en el que se refleja una serie de datos organizados.

Dependiendo del modo en que se organice la información, el CV puede ser de varios tipos:
  1. CV Cronológico: en este modelo se ordenan los datos relacionados con formación y experiencia desde los más antiguos hasta los más recientes. Es el más recomendable para personas con poca experiencia laboral.
  2. CV Inverso: el modelo inverso se ordena en de manera cronológica pero empezando por la experiencia laboral más reciente. Es el más recomendable si la información está relacionada con el empleo al que se aspira.
  3. CV Funcional: los datos se ordenan por bloques temáticos. Es el más recomendable si la experiencia es muy dispersa o no hemos trabajado durante un tiempo.
  4. CV Europass: presenta las capacidades y cualificaciones personales adquiridas. Forma parte de otros documentos Europass tales como el Pasaporte de lenguas Europass, el Suplemento Europass al Título/Certificado, el Suplemento Europass al Título Superior y el documento Movilidad Europass
  5. https://www.primerempleo.com/cv-curriculum-vitae/plantilla-curriculum-vitae-cv.asp

viernes, 8 de enero de 2016

Los músicos del Titánic


La banda del Titanic como símbolo de nobleza y heroísmo es un icono a la altura de la resistencia numantina o de la legendaria fuerza hercúlea. Muchos son los artistas que se han apoderado de la leyenda de aquellos músicos que siguieron tocando hasta que las aguas se tragaron el barco. El cine, el teatro y la literatura también se han inspirado en aquel acto de valentía en medio del horror y el caos que debía reinar en cubierta. Pero, ¿quiénes eran aquellos músicos? ¿Qué repertorio interpretaron? ¿Es cierta la leyenda? Y, si es así, ¿por qué prefirieron seguir actuando en lugar de salvar el pellejo?

La música como bálsamo ante la catástrofe

Cuando se produjo la colisión con el iceberg, a las 23.40 horas del domingo 14 de abril de 1912, muchos pasajeros ni siquiera se percataron del choque, dormidos plácidamente en su camarote. La mayor parte de la tripulación se había retirado a sus aposentos después de la cena, ya que ese día no había baile y la orquesta había terminado su jornada. Pero los músicos fueron de los primeros miembros de la tripulación en actuar frente al desastre. Según se recoge en el volumen de Geoff Tibballs 'El Titanic: La extraordinaria historia del barco a prueba de naufragios' (Club Internacional del Libro, 1997), poco después de medianoche el violinista británico Wallace Hartley, de 33 años, se aposentó en la entrada delantera de primera clase con sus siete músicos para calmar a los pasajeros que empezaban a inquietarse. Cuenta la leyenda que algunos perdieron un tiempo valioso para alcanzar alguno de los botes salvavidas, ensimismados ante las canciones de la banda. Lo que sí es cierto es que muchos encontraron allí el consuelo que otros buscaban en los religiosos que había en el barco.  

Valses, Strauss, Gilbert y Sullivan… y mucho 'ragtime'

A la 1.15 horas, el Titanic dio un repentino bandazo que aumentó la inclinación de la cubierta hasta hacerla casi inestable. Sin embargo, la banda seguía tocando, con una dignidad irreprochable. Sonaban 'quicksteps', marchas, valses y, en definitiva, una selección de la música popular del momento que iba de Strauss a Gilbert y Sullivan o 'ragtime', el sonido de moda, un ritmo para piano bailable y alegre que más tarde inspiraría a figuras del jazz como Fats Waller, Willie 'The Lion' Smith, Count Basie o Duke Ellington. El libro 'Titanic: El final de unas vidas doradas' (Lumen, 2012), escrito por el experto en la tragedia Hugh Brewster —su trabajo junto a Robert Ballard en 'The Discovery of The Titanic' sirvió de inspiración a James Cameron para su película—, coincide en apuntar que aquella noche sonaron temas ligeros y festivos como 'Alexander’s Ragtime Band'.



La última pieza, ¿una bonita mentira?

No cabe duda de que la música también ayudaba a silenciar los alaridos de pavor. «Poco a poco, el Titanic se fue a pique y durante tres horas se oyeron gritos de angustia. Había momentos en que se calmaban y pensábamos que todo había terminado, pero al instante siguiente reaparecían con acentos todavía más angustiosos», explicaba el escultor francés Paul Chevre, uno de los supervivientes. En el citado libro de Geoff Tibballs se cuenta que a las 2.10 horas, el director de la banda 'liberó' a sus músicos. Sin pestañear un instante, los siete miembros restantes siguieron en su puesto. Se ha especulado con que la última canción que sonó pudo ser el himno 'Nearer, My God, to Thee'. En cualquier caso, y como bien apunta Tibballs, debió ser una melodía que los músicos conocieran bien, pues ya no había luces y el barco estaba totalmente inclinado. Cualquiera que estuviera en aquel momento allí no pudo sobrevivir.

Oskar Schindler

Hedonista, amoral, borracho, seductor y mujeriego. Alemán y empresario en los peores años del nazismo, arribista, corrupto y corruptor, sin embargo, héroe. De la única clase indiscutible, aquellos que a través de acciones insensatas, rayanas en la estupidez, ponen en riesgo vidas y haciendas para salvar a los demás. Oskar Schindler es mucho más admirable cuando se le comprende en su conjunto, con sus bajezas y sus miserias.
Nacido en Zwittau, Moravia (entonces Imperio Austrohúngaro, hoy República Checa) en 1908, Schindler era hijo de un vendedor de maquinaria agrícola. hijo de burgueses de ciudad pequeña, si en algo destacó Oskar fue en su capacidad para el engaño. Antes de cumplir los 16 años fue expulsado de la escuela técnica a la que acudía por falsificar su boletín de notas. No llegó a graduarse ni ir a la universidad, sino que trabajó para su padre durante algunos años y saltó de un empleo a otro, sin llegar a asumir nunca responsabilidad alguna. Cuando se casó en 1928 con su esposa Emilie Pelzl, un año mayor que él, lo hizo por conveniencia. Era la hija de un acaudalado granjero, y la pareja ni siquiera tomó casa propia, sino que se mudaron con sus padres. Eran los críticos años de entreguerras, y la dureza de la vida en una Europa empobrecida, algo más liviana en los Sudetes, obligan a Schindler a buscar empleo en un banco. En esa época engendra un par de hijos con una amante, es arrestado varias veces por embriaguez en público y espía para la Abwher, la inteligencia de la Alemania Nazi.
Su degradación moral va en aumento cuando se traslada a Cracovia en 1939, un mes después de la invasión nazi, y conoce a Itzhak Stern, el contable judío de otro agente de de la Abwher. Schindler le pide a Stern consejo para comprar una fábrica de productos esmaltados que había pertenecido a unos judíos. Tras la invasión, estos ya no estaban autorizados a poseer empresas, y ahí había acudido Schindler, como buitre a los despojos. Stern le dice que sería un gran negocio en aquellos tiempos de guerra, y Schindler comienza a medrar y a amasar dinero a manos llenas con el sudor de centenares de esclavos judíos.

Transformación personal

Y en los años siguientes es donde la historia de este hombre da un vuelco inaudito. El parásito hedonista, por el trato diario con los judíos y por el exterminio inminente al que estos se enfrentan según avanza el conflicto, se transforma en un benefactor. Amon Göth, el comandante del campo de concentración que proveía de mano de obra a Schindler. Una bestia sádica y asesina, responsable de más de 8.000 muertes. Con una gran combinación de carisma, bonhomía, diplomacia y, sobre todo, sobornos, Schindler fue manipulando a Göth para salvar tantos judíos como pudo.

Una esposa heroica

Los rescates tuvieron lugar  a lo largo de varios meses y con operaciones rocambolescas y complejas que ocuparían un espacio del que no disponemos. Schindler fue arrestado varias veces, puso en peligro su vida y –sobre todo, lo más doloroso para él–, se dejó toda su fortuna en sobornos. No lo hizo solo, no obstante. Emilie, la sufrida y humillada esposa, estuvo a su lado durante todo el proceso y fue tan responsable, heroica y abnegada como él. La cultura popular la ha dejado a un lado, pero no la historia. Ambos vivieron finales separados y amargos, sobreviviendo como pudieron tras la guerra, dependiendo de la caridad de los «Schindlerjuden», aquellos cuyas vidas protegieron.


Quien salva una vida, salva el mundo entero, dice el Talmud. En el 40 aniversario de su desaparición, celebramos el corazón y el alma de quien fue capaz de salvar el mundo 1.200 veces.

Trailer de la película